Historia del Mundial

Génesis del campeonato || Uruguay 1930 || Italia 1934 || Francia 1938 || Brasil 1950 || Suiza 1954 || Suecia 1958 || Chile 1962 || Inglaterra 1966 || México 1970 || RFA 1974 || Argentina 1978 || España 1982 || México 1986 || Italia 1990 || EE.UU. 1994 || Francia 1998 || Corea del Sur/Japón 2002 || Alemania 2006 || Sudáfrica 2010 || Brasil 2014 || Rusia 2018 || Qatar 2022

 

LA GÉNESIS DEL CAMPEONATO DEL MUNDO

Aunque el concepto de fútbol internacional tiene sus orígenes en 1904, fecha de creación de la FIFA (acrónimo francés con el significado de ‘Federación Internacional de Asociaciones de Fútbol’), no fue hasta los Juegos Olímpicos de 1924 en París cuando recibió su plena consagración en forma de torneo deportivo. Ello posibilitó por vez primera el enfrentamiento entre equipos de países europeos y americanos. No obstante, a pesar de que el éxito de esta primera experiencia fue enorme, el fútbol olímpico no dejaba de ser un deporte amateur, y se siguió trabajando en nuevas fórmulas que encauzaran el enorme interés existente a ambos lados del Atlántico por el fútbol profesional.

El 26 de mayo de 1928, el Congreso de la FIFA, celebrado en Amsterdam, decidió por 23 votos a favor y 5 en contra la organización en 1930 de una competición “abierta a los equipos representantes de todas las asociaciones nacionales afiliadas”. La aprobación final de este proyecto fue votada en el Congreso de Barcelona, celebrado el 18 de mayo de 1929, y se decidió además que Uruguay fuera el primer país que organizara el Campeonato del Mundo de Fútbol. Fue necesaria la perseverancia de dos franceses, Jules Rimet (presidente electo de FIFA en 1921) y Henri Delaunay (Secretario General de la Federación Francesa de Fútbol), para convertir en realidad lo que durante mucho tiempo había sido una mera utopía: la celebración de un torneo mundial de fútbol profesional. Precisamente en honor a uno de sus principales impulsores, el Campeonato del Mundo se llamó Copa Jules Rimet a partir de la edición de 1950.

 

URUGUAY 1930: EL PRIMER CAMPEONATO DEL MUNDO

Cuando el balón comenzó a rodar por vez primera en el Campeonato del Mundo de Uruguay, celebrado en 1930, pocos podían imaginar que esta competición se convertiría con el tiempo en uno de los espectáculos deportivos más grandiosos y populares del planeta. De hecho, ningún otro deporte individual (con la excepción, claro está, de los Juegos Olímpicos) genera tanta expectación y niveles de audiencia como lo hace el Mundial. Ello se debe, sin duda, a que el fútbol es un deporte altamente popular en los cinco continentes.

La decisión de que fuera Uruguay el primer país organizador de un Campeonato del Mundo se basó en el hecho de que, por aquel entonces, esta nación era una de las mayores potencias futbolísticas (amén de celebrar el centenario de su independencia en 1930). La idea de cruzar el Atlántico, sin embargo, no entusiasmó en absoluto a las selecciones europeas invitadas, puesto que un viaje en barco de esa magnitud resultaba tremendamente cansado y costoso. Finalmente, y pese a que la Asociación Uruguaya de Fútbol aceptó hacerse cargo de los gastos de viaje y alojamiento de todos los participantes, únicamente cuatro selecciones del Viejo Continente (Francia, Rumanía, Yugoslavia y Bélgica) optaron por la “aventura americana”.

La organización de este primer Campeonato del Mundo no resultó sencilla, y tuvo que enfrentarse a muchos inconvenientes, entre ellos la falta de un estadio adecuado para la disputa de un acontecimiento deportivo de estas características. Por ello, hubo de construirse en apenas ocho meses el Estadio del Centenario, un fenomenal coliseo futbolístico con capacidad para más de 70.000 espectadores, cuyas obras finalizaron poco antes de comenzar la competición. Sin embargo, a consecuencia de las fuertes lluvias caídas sobre Montevideo, el terreno de juego permaneció inundado y el cemento de las gradas mojado, por lo que los ocho primeros partidos debieron disputarse en Pocitos y Parque Central, los estadios de Peñarol y Nacional, respectivamente. Finalmente, el Estadio del Centenario fue inaugurado el 18 de julio con el partido Uruguay-Perú.

A pesar de la abrumadora presencia de selecciones americanas (9 para un total de 13), los equipos europeos plantaron más cara de la que cabía esperar en un principio, en un ambiente hostil y cargado de “irregularidades” (por ejemplo, en el partido que enfrentó a Argentina y Francia, y que acabó con victoria de los primeros por 1-0, el árbitro brasileño Almeida Rêgo pitó el final del choque 6 minutos antes del tiempo reglamentario, cuando ya los primeros iban ganando; tras una enérgica protesta de los franceses, los jugadores argentinos, algunos de los cuales ya estaban en las duchas, tuvieron que volver al campo para reanudar el partido).

La primera final de un Campeonato del Mundo de fútbol se celebró en el Estadio del Centenario de Montevideo (con capacidad para 70.000 espectadores, una cifra impresionante en 1930). En medio de un ambiente espectacular y pleno de pasión, se enfrentaron Uruguay y Argentina, dos de los mejores equipos del continente americano, entre los que existía una gran rivalidad a ambos lados del Río de la Plata. En el descanso (con 2-1 en el marcador a favor de los argentinos) el partido era una auténtica tragedia para los aficionados uruguayos: las mujeres lloraban y los hombres rezaban. En la segunda parte, Uruguay luchó bravamente y consiguió dar la vuelta al marcador con tres goles. Al concluir el partido, Jules Rimet, presidente de la FIFA, entregó al capitán uruguayo José Nasazzi la primera Copa del Mundial (una estatuilla de oro de 30 cm de alto y 4 kg de peso). Las celebraciones en Montevideo continuaron durante varios días, e incluso el 31 de julio, un día después de la final, fue declarado fiesta nacional.

Anécdotas y curiosidades

• El Mundial de Uruguay fue el único que se disputó en una sola ciudad (Montevideo).

• El primer gol en la historia del Campeonato del Mundo lo marcó el 13 de julio de 1930 el francés Lucien Laurent, a los 19 minutos del encuentro entre Francia y México, que acabó con victoria de los primeros por 4 a 1.

• El portero francés Thépot fue el primer jugador en abandonar un partido por lesión.

• Si bien las tarjetas blancas (posteriormente amarillas) y rojas comenzaron a utilizarse en el Mundial de México 1970, los árbitros siempre tuvieron la autoridad para echar a un jugador por juego peligroso. El primer jugador en ser expulsado fue el peruano Plácido Galindo, en el partido que su equipo jugó contra Rumanía el 14 de julio de 1930.

• El uruguayo Héctor Castro marcó el primer gol en el Estadio del Centenario, en el encuentro que enfrentó a Uruguay con Perú el 18 de julio de 1930.

• El rey Carol de Rumanía, gran aficionado al fútbol, tuvo que interceder ante las empresas en las que trabajaban los jugadores de su país para conseguir que les dieran permiso para poder viajar a Uruguay. Además, él mismo se encargó de seleccionar los jugadores que participarían en el Mundial y se hizo cargo de todos los gastos.

 

ITALIA 1934: EL MUNDIAL DE LA PROPAGANDA FASCISTA

El éxito económico de la primera edición del Mundial consolidó la organización de la II Copa del Mundo. En esta ocasión, 32 selecciones solicitaron su inscripción para poder participar en el torneo, por lo que fue necesaria la disputa de una fase previa, de la que salieron los 16 equipos que se enfrentaron por el sistema de eliminatorias hasta llegar a la final. Al igual que ocurriera cuatro años antes con los europeos, en este caso fueron las selecciones americanas las que no acudieron en bloque a Europa (tan sólo lo hicieron tres, EE.UU., Brasil y Argentina, con jugadores de segundo nivel como protesta hacia el régimen de Mussolini, mientras que el vigente campeón, Uruguay, no participó como represalia por la “espantada” general de los equipos europeos en su Mundial). Otro de los grandes ausentes fue Inglaterra, que mantenía serias diferencias con la FIFA y por tanto se negó a intervenir en su competición. Uno de los clasificados tras la fase previa, Egipto, fue el primer país africano en participar en un Mundial.

A pesar de su enorme éxito deportivo, el Mundial de Italia tuvo lugar en un ambiente de intenso fanatismo político. El régimen fascista de Mussolini se dio cuenta de que podía utilizar este acontecimiento deportivo como instrumento para su propaganda fascista, como así fue... Además, contó con la inestimable ayuda del General Vaccaro, a la sazón presidente de la Federación Italiana de Fútbol.

La selección española protagonizó uno de los episodios más dramáticos del Mundial: en su partido de cuartos de final contra Italia, celebrado el 31 de mayo en Florencia en medio de un calor infernal, España llegó a adelantarse en el marcador con un gol de Luis Regueiro. Italia, que contó con la ayuda del árbitro belga Baert, empató por medio de Ferrari en el último minuto de la primera parte, después de que Schiavio cargara ilegalmente sobre Zamora. En el segundo tiempo, varios jugadores españoles tuvieron que retirarse temporalmente del juego para ser atendidos a causa de la dureza con que se emplearon los italianos, aunque el equipo aguantó bravamente el 1-1 hasta el final del partido y posteriormente en la prórroga. Tuvo que jugarse un partido de desempate de nuevo en el mismo estadio, aunque únicamente con 24 horas de diferencia y en un terreno de juego totalmente embarrado por la lluvia. Los jugadores acusaron el cansancio del día anterior, y algunos cayeron sobre el campo de puro desfallecimiento. El árbitro suizo Mercet volvió a permitir de todo a los locales, que sólo pudieron clasificarse para semifinales gracias a un solitario gol de su delantero Giuseppe Meazza.

La gran final tuvo lugar el 10 de mayo en el estadio del Partido Nacional Fascista de Roma, entre Italia y Checoslovaquia. Mussolini fue el foco de atención del partido, acomodado como un emperador romano en el palco presidencial, aguardando una victoria segura de su selección. Los gritos del público de “¡I-ta-lia!” y “¡Du-ce!”, así como la inestimable ayuda del árbitro sueco Eklind, condujeron a Italia a la victoria, que tuvo que producirse en la prórroga tras llegarse al final del tiempo reglamentario con 1-1.

 

FRANCIA 1938: EL ÚLTIMO MUNDIAL ANTES DE LA “GRAN GUERRA”

Francia fue el escenario del Campeonato del Mundo que precedió a la Segunda Guerra Mundial, acontecimiento que obligó a un paréntesis de 12 años. El éxito del fútbol era ya imparable, y los estadios franceses se modernizaron para la ocasión. Además, y por vez primera en el Mundial, el equipo anfitrión y el vigente campeón quedaron exentos de jugar la fase de clasificación, un privilegio que se mantuvo en posteriores ediciones del torneo. Las selecciones americanas volvieron a boicotear esta competición en tierras europeas, en esta ocasión por pensar que la organización debía haber correspondido a Argentina, y únicamente Brasil y Cuba participaron. España se retiró debido al comienzo de la Guerra Civil y Austria, que se había clasificado tras la fase previa, no pudo disputar la fase final de Francia debido a la anexión de este país por parte de la Alemania de Hitler (sin embargo, algunos jugadores austriacos pasaron a reforzar el combinado alemán).

Brasil empezó a dar muestras en Francia de su calidad futbolística, sobre todo en un primer partido contra Polonia que acabó con el increíble resultado de ¡6-5! tras una prórroga (con 3 goles de Leônidas, “el diamante negro”). Los brasileños estaban tan seguros de su triunfo final que viajaron subvencionados por el Estado, y algunos miembros del gobierno reservaron billetes de avión y habitaciones de hotel para presenciar la entrega de la Copa antes de que su equipo cayera eliminado. En cuartos de final, la victoria de Brasil ante Checoslovaquia hizo que el presidente brasileño proclamara fiesta nacional en el país.

Italia derrotó a Francia en cuartos de final, impidiendo de esta forma que, por primera vez en la historia del Mundial, el equipo anfitrión conquistara el título. Antes de jugar la gran final, los jugadores italianos recibieron un telegrama de Mussolini en el que decía “Vencer o morir”.

En la final, disputada en el estadio de Colombes ante más de 45.000 espectadores, Italia no encontró apenas oposición en Hungría, a pesar de que el equipo magiar contaba con algunos de los mejores futbolistas de su generación y que el público francés se volcó con ellos en todo momento, por la antipatía que despertaban los italianos.

Tras el gran éxito de fútbol y público que supuso el Mundial de Francia, Argentina, Brasil y Alemania presentaron ante la FIFA su solicitud para organizar el siguiente campeonato, que tendría lugar en 1942; pero desgraciadamente el estallido de la Segunda Guerra Mundial impidió la celebración del torneo, y habría que esperar hasta 1950 para la siguiente edición.

BRASIL 1950: EL COMIENZO DE LOS TIEMPOS MODERNOS

Tras el paréntesis obligado de la Segunda Guerra Mundial, la nueva “Copa Jules Rimet” (llamada así desde ese momento en honor al presidente de la FIFA, gran creador e impulsor de este torneo) siguió despertando el mismo interés entre los aficionados de todo el mundo. La organización corrió en esta ocasión a cargo de Brasil, debido a la agradable sensación que dejaron en el anterior Mundial y a la gran popularidad del fútbol en este país. Con motivo de este acontecimiento se decidió construir en las afueras de Río de Janeiro un estadio histórico, legendario, monumental, con capacidad para nada menos que 220.000 espectadores: se trataba del mítico Maracaná, el estadio más grande del mundo. Su inauguración oficial tuvo lugar el 24 de junio de 1950 (a pesar de que las obras no estaban plenamente acabadas).

La fase clasificatoria fue bastante caótica, con grupos irregulares y abandonos de varios selecciones (India, por ejemplo, se clasificó para la fase final sin jugar un solo partido por abandono masivo de todos sus rivales de grupo, aunque posteriormente renunció a su plaza ante la negativa de la FIFA de permitir a sus jugadores disputar los partidos... descalzos, pues tal era su costumbre). Por otro lado, la principal novedad fue la participación por primera vez de una potencia futbolística como Inglaterra, después de limar sus asperezas con la FIFA.

El formato competitivo del Mundial cambió con respecto al de ediciones anteriores: los 13 equipos participantes fueron encuadrados en 4 grupos, cuyos campeones jugarían una fase final por el sistema de liguilla, de forma que el campeón no se decidiría en un único partido, como hasta ese momento. Con alguna que otra dificultad, Brasil se clasificó para esta liguilla final. Su arrollador comienzo en esta segunda fase (7-1 ante Suecia y 6-1 ante España) hizo que nadie dudara de su triunfo final, máxime jugando en casa. En el último partido, contra Uruguay, los brasileños necesitaban únicamente un empate para proclamarse campeones del mundo. Sin embargo, a pesar del apoyo constante de los cerca de 200.000 aficionados que llenaron Maracaná (unido al hecho de haberse adelantado en el marcador al comienzo de la segunda mitad), los brasileños no estaban jugando cómodos, ya que no podían desarrollar su peculiar “fútbol-samba”. En medio de esta situación, los uruguayos empataron y, a falta de 11 minutos para el final, se pusieron por delante en el marcador. Brasil había perdido “su” Mundial. En medio de la desolación y el llanto general, las autoridades brasileñas olvidaron entregar el trofeo al capitán uruguayo, y tuvo que ser el propio Jules Rimet el que bajara al terreno de juego para hacerlo, en medio de un sepulcral silencio. Un país entero, Brasil, no halló consuelo en los días que siguieron a la final, puesto que había perdido la gran ocasión para conquistar la “Taça do Mundo”. Sin embargo, el Mundial había entrado en una nueva era, puesto que el nuevo formato competitivo había supuesto un enorme éxito deportivo, económico y de seguimiento popular que tendría su continuación en las ediciones posteriores.

Para España, este Mundial sería recordado por el famoso gol de Zarra a Inglaterra, inmortalizado por la voz de Matías Prats (¿quién no ha oído hablar de la “Pérfida Albión”?), que permitió a España clasificarse para la liguilla final y alcanzar el cuarto puesto, su mejor clasificación en la historia del Mundial.

SUIZA 1954: EL FÚTBOL MAGIAR SIN CORONA

La neutralidad de Suiza durante la Segunda Guerra Mundial fue clave para que la FIFA optara por el país helvético para organizar el quinto Campeonato del Mundo, ya que sus estadios de fútbol no habían sufrido ningún destrozo y se hallaba en un gran momento social y económico. Además, la FIFA celebraba su 50 aniversario en 1954, y desde 1932 su sede se hallaba en Zürich. Treinta y nueve países se inscribieron en la fase de clasificación, divididos en trece grupos, cuya formación se llevó a cabo en medio de una gran polémica, ya que no hubo sorteo y las configuraciones de los mismos se hicieron a dedo. España se enfrentó en esta fase con Turquía. Después del 4-1 en Madrid y el 1-0 en Estambul fue necesario jugar un partido de desempate en Roma, que acabó con el resultado de 2-2. Tras esto se celebró un sorteo en el que la inocente mano de un niño italiano sacaba la papeleta que clasificaba a Turquía para la fase final.

Suiza 54 fue el primer Mundial en el que se televisaron en directo los partidos. Se trató además de un verdadero festival goleador, ya que en tan sólo 26 partidos se marcaron 140 goles (lo que supone una increíble media de 5,38 goles por partido). El formato competitivo cambió con respecto al de anteriores ediciones, ya que se formaron cuatro grupos de cuatro equipos, con dos cabezas de serie dentro de cada uno que se enfrentaron a los otros dos equipos. Al iniciarse la competición, los húngaros, campeones olímpicos dos años antes, eran los favoritos indiscutibles para alzarse con el triunfo final. Contaban con una plantilla de ensueño, con estrellas de la clase de Puskás, Boszik, Czibor o Kocsis, capaces de realizar un fútbol mágico. Su primera fase fue espectacular, con victorias demoledoras ante Corea del Sur (9-0) y RFA (8-3). En la final, de nuevo ante Alemania Occidental, tuvieron un comienzo de partido arrollador (2-0 en tan sólo ocho minutos), aunque los alemanes empataron igual de rápido y, a falta de seis minutos para la conclusión del partido, lograron el gol de la victoria (en un lamentable fallo del portero húngaro Gyula Grosics, que se resbaló sobre la hierba húmeda cuando iba a coger el balón).

SUECIA 1958: HA NACIDO UNA ESTRELLA: PELÉ

Tras la muerte en 1956 de Jules Rimet, el fundador de la competición, el Mundial de Suecia de 1958 registró una de las mayores participaciones en la historia de la competición, con cincuenta y tres países. La fase de clasificación se saldó con dos sorpresas: Italia y España caían eliminadas. Argentina accedió por fin a una fase final, tras un prolongado periodo de ausencia por boicot a la competición, y por primera vez la URSS participaba en un Mundial, tras su brillante actuación en las Olimpiadas de Melbourne en 1956, donde se había alzado con la medalla de oro. En la fase de clasificación se produjo un hecho curioso: Gales, que había quedado en segundo lugar dentro de su grupo europeo (y por tanto había sido eliminada), accedió a una repesca con el campeón del grupo de África/Asia, Israel, que no había tenido necesidad de jugar un solo partido por el abandono continuado de todos sus rivales. En la eliminatoria a doble partido, los galeses lograron su pasaporte para Suecia.

La fase final en tierras escandinavas varió ligeramente su formato competitivo con respecto a la edición anterior: durante la fase previa se suprimió el concepto de “cabeza de serie” para designar a los considerados equipos “fuertes”, y en su lugar se implantó el sistema actual de liguilla, en la que todos debían jugar contra todos. El torneo se caracterizó por el brillante juego de Brasil, de la mano de un jovencísimo jugador (17 años) llamado Édson Arantes do Nascimento, más conocido como “Pelé”, que en Suecia comenzaría a labrar su leyenda en el mundo del fútbol. La sexta Copa del Mundo también contó con la presencia de las primeras estrellas del fútbol moderno (Kopa, Fontaine, Charlton, Yashin, Garrincha, Vavá, etc.).

Después de las decepciones de 1950 y 1954, los brasileños llegaron a Suecia dispuestos a convencer al mundo entero de que tenían el mejor equipo. Alcanzaron la final después de ceder únicamente un empate ante Inglaterra. A pesar de tener enfrente a los anfitriones, el “fútbol-samba” brasileño pudo en todo momento con la fuerza y la garra de Suecia. La Copa Jules Rimet viajaba por primera vez a tierras brasileñas.

CHILE 1962: BRASIL TAMBIÉN GANÓ SIN PELÉ

La designación de Chile como país organizador del Mundial de 1962 sorprendió a propios y extraños, porque no se pensaba que el país andino contara con una infraestructura de estadios y plazas hoteleras suficiente para albergar un acontecimiento de este tipo. Además, Chile aún se estaba recuperando de los terribles terremotos que asolaron el sur del país en 1960.

Cincuenta y seis países participaron en la fase de clasificación, en donde lo más destacado fue la ausencia de Austria (que decidió no inscribirse por no tener un equipo competitivo) y la eliminación de Francia (tercer clasificado en el Mundial de 1958). La fase final se caracterizó por la escasa calidad de los partidos, ya que el fútbol se estaba convirtiendo en un deporte más físico que técnico. El juego duro predominó en la mayoría de los encuentros y hubo varias expulsiones, además de alguna que otra pelea entre los jugadores (como la que protagonizaron los chilenos y los italianos en la llamada “Batalla de Santiago”). En la final, Brasil (sin Pelé, lesionado) pudo con Checoslovaquia, aunque tuvo la fortuna de cara en forma de fallos del guardamenta Schrojf. Los checoslovacos habían sido la sorpresa del Mundial, después de haber eliminado a Hungría en cuartos de final y a Yugoslavia en semifinales. Incluso llegaron a adelantarse en el marcador a los 15 minutos, pero los brasileños terminaron imponiéndose. Brasil ya era bicampeón, igualando el número de títulos de Uruguay e Italia.

Como nota curiosa, hay que destacar que en el Mundial de Chile se produjo el gol más rápido en la historia de la fase final del campeonato: el checoslovaco Václav Mašek necesitó únicamente 15 segundos para conseguir un tanto frente a la selección de México.

INGLATERRA 1966: REGALO A INGLATERRA EN SU CENTENARIO

Con motivo del centenario de la fundación de la Federación Inglesa de Fútbol en 1963, la FIFA decidió que Inglaterra organizara el octavo Campeonato del Mundo, en su retorno a tierras europeas. Setenta equipos participaron en la fase de clasificación, lo que suponía un nuevo récord y una muestra de la extensión del fútbol por los cinco continentes (por primera vez con la presencia de Australia). En una decisión polémica a la hora de configurar los grupos, la FIFA otorgó únicamente una plaza para los representantes de tres confederaciones (África, Asia y Oceanía), lo que motivó la retirada masiva de todos los equipos de estos continentes con la excepción de Corea del Norte y Australia, que se jugaron la única plaza del grupo en una eliminatoria en terreno neutral. La principal sorpresa de esta fase de clasificación fue la eliminación de Checoslovaquia, finalista en el Mundial de 1962.

Inglaterra 66 fue el primer acontecimiento deportivo de importancia que se televisó en directo a todo el mundo, gracias a la cobertura que ofrecieron las cámaras de la BBC. Además, por primera vez se presentó una mascota oficial del Mundial: el león Willie. Por otro lado, la anécdota más llamativa fue el robo de la Copa Jules Rimet durante su exposición pública en Londres, y su recuperación unos días más tarde gracias a que un perro (llamado Pickles) la encontró bajo unos arbustos en un jardín del sur de la ciudad.

En la fase final se produjeron dos sorpresas importantes: la eliminación de Brasil en primera ronda y la clasificación de Corea del Norte para los cuartos de final. Pelé, lesionado tras el partido inaugural frente a Bulgaria, se perdió el siguiente encuentro contra Hungría, y de nuevo sufrió las consecuencias del juego físico en el fútbol europeo en el decisivo partido frente a Portugal, en el que el astro brasileño tuvo que ser retirado de nuevo del terreno. No obstante, la gran revelación del torneo fue Portugal, que de la mano de su máxima figura, Eusébio, logró alcanzar las semifinales en su primera participación en una fase final. Sin embargo, el juego más técnico y preciosista del equipo luso se vio frenado por el poderío físico de los anfitriones. La final entre Inglaterra y RFA se disputó en un abarrotado Wembley. Fue un partido malo, a pesar de los seis goles que se marcaron. Al término de los noventa minutos el marcador reflejaba un 2-2. En la prórroga se produjo una de las jugadas más polémicas de la historia del Mundial, ya que un disparo de Hurst dio en el larguero y el balón pareció no traspasar la línea de gol en su totalidad (como parece apreciarse en las imágenes de televisión). Pese a las protestas de los alemanes, el árbitro suizo Dienst dio por válido el gol, que sirvió para que los ingleses adquirieran una ventaja de 3-2 que les ponía el título en bandeja. El propio Hurst redondeaba la victoria de su equipo con un nuevo gol en el último minuto de la prórroga. Al final del partido, la reina Isabel II entregó el trofeo de campeones al capitán inglés, Bobby Moore.

MÉXICO 1970: BRASIL, TRICAMPEÓN

La organización de la IX edición de la Copa del Mundo fue otorgada a México, que había construido y remodelado nuevas instalaciones deportivas para la ocasión (en particular el monumental Estadio Azteca, en Ciudad de México, con capacidad para 115.000 espectadores). Sin embargo, la gran preocupación de la FIFA era la altitud en la que debían disputarse los partidos (en algunos casos hasta los 2.680 m sobre el nivel del mar). Por otro lado, a partir de 1970, la FIFA acordó que el torneo se celebraría de forma alternativa entre Europa y América. Desde el punto de vista competitivo, el Mundial de México supuso el estreno oficial de dos novedades en el desarrollo de los partidos: la introducción de las tarjetas blancas (posteriormente amarillas) y rojas para penalizar el juego violento y la sustitución regulada de dos jugadores durante los encuentros.

Setenta y un países se inscribieron en la fase de clasificación, en donde las principales sorpresas fueron las eliminaciones de Portugal (medalla de bronce en el Mundial 66), Yugoslavia (subcampeón de la Eurocopa 68), Hungría (campeón olímpico en 1968) y Argentina. Tras la creación de un grupo único de clasificación para África, la selección de Marruecos se convirtió en el primer representante de la CAF (Confederación Africana de Fútbol, fundada en 1957) en una fase final de un Mundial. La nota triste la supuso la eliminatoria centroamericana entre Honduras y El Salvador en junio de 1969, que sirvió como detonante para la llamada “Guerra del Fútbol” entre estos dos países.

En la fase final, la calidad del juego mejoró notablemente con respecto a ediciones anteriores, y se pudieron ver algunos de los mejores partidos de la historia de los Mundiales (sobre todo una sensacional semifinal entre Italia y RFA, que acabó con victoria de los primeros por 4-3, después de una prórroga en la que se marcaron cinco goles y en la que Franz Beckenbauer jugó con un hombro dislocado). Por otro lado, el torneo se había convertido ya en un espectáculo televisivo de masas, lo que hizo que la competición tuviera que adaptarse a las exigencias de las cadenas que habían comprado los derechos. Por esta razón, varios partidos comenzaron a las 12 del mediodía para ajustarse al horario de Europa, algo de lo que muchos jugadores y entrenadores se quejaron por el intenso calor de México.

Cuatro equipos fueron elegidos oficiosamente "cabezas de serie" (Inglaterra, RFA, URSS y Uruguay) y el resto se sortearon para configurar los cuatro grupos de la liguilla previa, que no deparó ninguna sorpresa, ya que todos los favoritos se clasificaron para cuartos de final. Después de la decepción de Inglaterra, Brasil volvía a tener uno de los mejores equipos de su historia, con jugadores de la talla de Jairzinho, Tostão y Pelé. Los brasileños se clasificaron sin excesivos agobios para la final, en donde se enfrentarían a Italia, por lo que antes del encuentro estaba claro que el vencedor se quedaría con la Copa Jules Rimet en propiedad (derecho que obtienen las selecciones que logran el título en tres ediciones del Mundial). Los brasileños comenzaron el encuentro amedrentados por el marcaje hombre a hombre que practicaban los italianos; pero cuando vieron que esta táctica servía para que sus rivales no se encerraran atrás, abrieron los huecos necesarios para que sus delanteros penetraran con facilidad hasta la meta defendida por Albertosi. Como anécdota, hay que mencionar que Jairzinho se convirtió en el primer jugador que marcaba al menos un gol en todos los partidos disputados hasta la final.

RFA 1974: EL TRIUNFO DEL FÚTBOL TOTAL

Después de que Brasil, en su condición de tricampeón del mundo, pasara a obtener en propiedad la copa Jules Rimet, para la edición de 1974 la FIFA tomó la decisión de crear un nuevo trofeo, la actual Copa del Mundo, que no podría pasar a manos de ningún equipo. Esta nueva copa, diseñada por Silvio Gazzaniga, se hizo con oro macizo de 75 kilates y pesó 5 kg.

Noventa y seis países participaron en la fase de clasificación, en la que, como de costumbre, hubo alguna que otra sorpresa, como la eliminación de Inglaterra a manos de Polonia o la clasificación de Haití en lugar de la sempiterna selección de México en el grupo de la CONCACAF. Por otro lado, Australia se convirtió en la primera selección de Oceanía en clasificarse para la fase final de un Mundial.

En la fase final se modificó de nuevo el sistema de competición, y en lugar de las rondas de cuartos y semifinales se formaron dos nuevos grupos de cuatro equipos, cuyos campeones disputarían la gran final. Como principal novedad técnica, el Mundial de Alemania trajo la plena introducción de la televisión en color. Holanda, la “naranja mecánica”, fue el equipo de moda de la fase final, con un fútbol vistoso y práctico coordinado por la batuta de Johan Cruijff (o Cruyff). Desde el punto de vista táctico, los holandeses fueron los introductores del llamado “fútbol total”, en el que todos los jugadores defendían y atacaban. Otra de las grandes revelaciones del campeonato fue Polonia, liderada por Grzegorz Lato (máximo goleador de la fase final con siete goles).

La final entre Holanda y RFA comenzó con una jugada de libro del equipo holandés, ya que movieron el balón durante el primer minuto de juego sin que ningún jugador alemán lo tocara, hasta que Cruijff provocó un penalti que Neeskens transformó en el primer gol. A partir de entonces los holandeses renunciaron al ataque y los alemanes comenzaron a presionar insistentemente, bajo la batuta del káiser Franz Beckenbauer. Breitner (de penalti) y "Torpedo" Müller consiguieron darle la vuelta al marcador antes del descanso. La segunda parte fue un ataque constante de Holanda, que resultó inútil ante la seguridad que demostró el portero alemán Maier y las magníficas coberturas de Beckenbauer.

ARGENTINA 1978: EL DEPORTE DERROTÓ A LA POLÍTICA

La participación de muchas selecciones en el Mundial de Argentina se vio seriamente amenazada por el amago de boicot en señal de protesta contra la Junta Militar del general Videla y su violación de los derechos humanos. Aun así, el número de países inscritos sobrepasó por primera vez el centenar. En la fase previa no se produjeron sorpresas destacables y los favoritos dentro de cada grupo se clasificaron para la fase final (aunque en el grupo en donde se encontraban Italia e Inglaterra los primeros acabaron por delante gracias a la diferencia particular de goles).

Ya en la fase final, desde el primer momento se vio que Argentina y Holanda eran las selecciones más en forma y que ambas llegarían a la final (a pesar de que los argentinos tuvieran que marcar seis goles a Perú para superar en el “goal average” a Brasil y que Holanda no pudo contar con su estrella Cruijff, que no viajó a Argentina en protesta por la situación política). La final fue toda una fiesta. El Estadio Monumental del River Plate, con el general Videla en el palco, fue un clamor cuando Argentina saltó al terreno de juego. El partido fue discreto en cuanto a juego, pero de mucha fuerza y garra. Marcó “Matador” Kempes a poco del final del primer tiempo, y Argentina dejó que Holanda tomara la iniciativa. Los holandeses atacaban sin cesar, y a falta de ocho minutos para el final del tiempo reglamentario Nanninga logró el empate. El estadio enmudeció hasta que el árbitro pitó el final del partido. En la prórroga, Kempes adelantó de nuevo a su equipo tras un rebote, y Bertoni logró el definitivo 3-1 a poco del final. Argentina entera se lanzó a las calles para celebrar su primer Mundial.

Aunque el triunfo de Argentina se cimentó en el espíritu de equipo de la albiceleste, el talento de Mario Alberto Kempes fue un factor decisivo en la victoria final. Al igual que el resto de sus compañeros, el 10 argentino comenzó la competición de forma irregular, aunque con el paso de los partidos fue alcanzando su mejor forma hasta convertirse en el máximo goleador de la fase final, con seis goles.

ESPAÑA 1982: EL MUNDIAL DEL “NARANJITO”, ITALIA Y SANDRO PERTINI

Pese a que en el Mundial de España se aumentó de dieciséis a veinticuatro el número de selecciones participantes en la fase final, hubo algunos países importantes que se quedaron fuera tras la fase de clasificación, como Holanda y Uruguay. España, que había tenido dieciocho años para preparar “su” Mundial (la FIFA la designó como país organizador en 1964), tuvo una participación muy decepcionante: superó por los pelos la primera fase, y en la segunda cayó a las primeras de cambio.

La primera fase, formada por seis grupos de cuatro equipos cada uno, no deparó grandes sorpresas, aunque la sombra del “tongo” sobrevoló el partido RFA-Austria, en el que los alemanes lograron la victoria que necesitaban para que tanto ellos como los austriacos pudieran acceder a la segunda fase, dejando fuera a Argelia (que anteriormente había derrotado a los alemanes por 2-1). Italia, dentro de un grupo muy igualado, logró clasificarse por delante de Camerún gracias a su mejor coeficiente de goles. Para la historia de la competición queda el debut frente a Yugoslavia del delantero norirlandés Norman Whiteside, el jugador más joven en participar en una fase final del Mundial, con tan sólo 17 años y 42 días. Además, Hungría infligió a El Salvador la derrota más severa hasta ese momento: 10-1.

En la segunda fase se vieron algunos partidos realmente espectaculares, sobre todo el Italia-Brasil de Sarriá (3-2), con triplete de Paolo Rossi incluido, y la semifinal sevillana entre RFA y Francia (3-3 y penaltis), uno de los partidos que ha hecho historia en el Mundial. La final entre Italia y RFA fue una demostración de buen juego por parte de los italianos, que derrotaron fácilmente a los alemanes. Un “partido” distinto se vivió en el palco del Santiago Bernabéu, con la celebración entusiasta del presidente italiano, Sandro Pertini, felicitado en todo momento por el Rey de España, Juan Carlos I. Con este nuevo título, Italia se convertía en tricampeona del mundo, igualando a Brasil.

MÉXICO 1986: LA “MANO DE DIOS” DE MARADONA

México fue el país encargado de organizar el decimotercer Campeonato del Mundo, después de que Colombia, que había sido designado originariamente, tuviera que renunciar en 1983 por no poder cumplir las condiciones impuestas por la FIFA. De esta forma, México se convertía en el primer país que albergaba la fase final del Mundial en dos ocasiones. Una vez más, se produjo un récord de selecciones participantes en la fase de clasificación: 121 equipos.

La fase final de México tuvo unos trágicos prolegómenos, ya que unos meses antes del comienzo de la competición una serie de terremotos en el país centroamericano causaron más de 20.000 muertos y a punto estuvieron de poner en peligro la celebración del campeonato. De nuevo la FIFA decidió alterar el formato competitivo de la fase final, de forma que las últimas rondas se jugaron por el sistema de eliminatoria.

Mexico 86 fue el Mundial de Maradona, en todos los sentidos. Frente a Inglaterra marcó un gol antológico —arrancando con el balón controlado desde el medio campo y regateando a cuantos jugadores contrarios le salieron al paso— y un gol polémico —conseguido con la mano (la famosa “mano de Dios”). En la final se enfrentaron Argentina y RFA. Brown y Valdano adelantaron a los argentinos con dos tantos, pero los alemanes consiguieron remontar por medio de Rummenigge y Völler. El partido parecía abocado a una prórroga, pero Burruchaga marcó el gol del triunfo a seis minutos del final.

ITALIA 1990: EL TRIUNFO DEL ANTIFÚTBOL

Siguiendo la costumbre no escrita de la rotación continental América-Europa, la celebración del Mundial de 1990 correspondía en esta ocasión a un país europeo. El elegido fue Italia, que remodeló y modernizó sus principales estadios para la ocasión.

Pese a que en la fase de clasificación participaron menos selecciones que en el Mundial anterior (112 frente a 121), de nuevo se produjeron algunas sorpresas llamativas, como la eliminación de Dinamarca, Portugal y Francia. Por el contrario, la sorpresa positiva la proporcionó Costa Rica, que en su primera participación en un Mundial logró clasificarse para la fase final.

El Mundial de Italia no pasará a la historia de este deporte, por la escasa calidad de su juego y el hecho de que muchos partidos tuvieran que decidirse por penaltis. Pese a todo, sirvió para reivindicar la imagen del fútbol africano, gracias al excelente juego que desarrollaron Camerún y Egipto. Ni siquiera la final se salvó de la mediocridad general, y tan sólo un gol de penalti de Brehme a cinco minutos del final decidió el triunfo de la República Federal de Alemania sobre Argentina, que acabó desquiciada y con dos jugadores expulsados. Otro récord negativo de la albiceleste en este partido lo supuso el hecho de ser el primer finalista de un Mundial que no consigue marcar gol. Los alemanes, jugando a medio gas, se convirtieron en tricampeones del mundo, igualando la marca de Italia y Brasil. Las principales figuras de la fase final fueron el veteranísimo camerunés Roger Milla (38 años) y el italiano Salvatore “Totò” Schillaci (máximo goleador del Mundial con 6 goles, pese a que comenzó la competición con apenas un partido internacional a sus espaldas y saliendo desde el banquillo).

EE.UU. 1994: BRASIL, TETRACAMPEÓN

El decimoquinto Mundial se celebró en 1994 en Estados Unidos, un país en el que el fútbol, a pesar de seguir siendo un deporte minoritario, empezaba a interesar a un número cada vez mayor de aficionados. Además del deseo de la FIFA por introducir el deporte rey en los cinco continentes, el éxito comercial y publicitario de esta edición del campeonato parecía asegurado.

Se batió un nuevo récord de participación en la fase previa (145 selecciones). Como nota curiosa, en esta ronda de clasificación el sanmarinense Davide Gualtieri entró en la historia del Mundial al lograr el gol más rápido hasta ese momento: en el partido que enfrentó a San Marino con Inglaterra el 17 de noviembre de 1993, Gualtieri logró marcar a los nueve segundos de iniciado el encuentro (sin embargo, Inglaterra acabó venciendo de forma apabullante por 1-7). En esta fase previa, la sorpresa más destacada fue sin duda la eliminación de Francia: cuando parecía que la selección gala tenía asegurado su billete para EE.UU., acabó perdiendo sus dos últimos partidos en casa frente a Israel y Bulgaria (en este último caso, con el gol de la victoria búlgara logrado en el último minuto por Emil Kostadinov). También Inglaterra resultó eliminada en su grupo a manos de Noruega y Holanda.

Como principal novedad competitiva, en EE.UU. se empezó a aplicar la nueva regla FIFA de conceder tres puntos por victoria (en lugar de dos, como hasta ese momento). Al igual que ocurriera en Italia 90, el camerunés Roger Milla volvió a convertirse, a sus 42 años, en el goleador más viejo de la historia. EE.UU. 94 fue el Mundial en el que Maradona dio positivo en un control anti-doping, tras el partido de Argentina frente a Nigeria, y tuvo que abandonar la competición en medio de una gran conmoción en todo el mundo. Otra noticia trágica que se produjo en torno al campeonato fue el asesinato del defensa colombiano Andrés Escobar, que tras la eliminación de su selección y el regreso a Colombia fue abatido a tiros en Medellín (presuntamente por narcotraficantes y apostantes que le culpaban de la eliminación de su equipo por un autogol en el partido frente a EE.UU.).

Pese a los inusuales horarios de mañana y tarde, en medio de un calor sofocante, el desarrollo de la fase final respondió a las expectativas, y se vieron partidos de gran calidad, muchos goles y gran asistencia de público a los estadios. En el encuentro Rusia-Camerún, el delantero ruso Oleg Salenko pasó a la historia del Mundial al convertirse en el jugador que lograba más goles en un partido de la fase final: nada menos que cinco. Las sorpresas comenzaron a llegar a partir de la ronda de octavos de final, primero con la eliminación de Argentina a manos de Rumanía (con un soberbio Gheorghe Hagi), y posteriormente en cuartos de final, donde la sorprendente Bulgaria (que nunca hasta entonces había logrado una victoria en una fase final del Mundial) logró derrotar a Alemania de la mano de Stoichkov y compañía.

En la final se enfrentaron Brasil, que había desarrollado un gran fútbol en los partidos anteriores, e Italia, que se había clasificado con más pena que gloria y en algunos casos de forma casi milagrosa (como en el encuentro de octavos ante Nigeria, en el que Roberto Baggio logró empatar en los últimos instantes un partido en el que Italia jugaba con un hombre menos). En cuartos de final, el partido Italia-España resultó de triste recuerdo para los aficionados españoles: el rostro ensangrentado de Luis Enrique, con la nariz rota al recibir un codazo de Tassotti sin que el árbitro señalara penalti, reflejó la impotencia de una selección española que pudo haber logrado la victoria (esa ocasión de Julio Salinas...) antes de que el letal Roberto Baggio certificara el pase de Italia con un gol de contraataque en los últimos instantes.

Dos tricampeones del mundo, Brasil e Italia, se enfrentaron en el partido decisivo para decidir cuál de estas dos selecciones se convertiría en tetracampeona. La Canarinha contaba con un dúo atacante de lujo, Romário y Bebeto, además de un jovencísimo Ronaldo en el banquillo (aunque no disputó un solo minuto). Por su parte, los azzurri contaban en sus filas con Roberto Baggio, de cuya inspiración podían esperar cualquier cosa. Todo hacía prever que se vería un gran partido. Sin embargo, y en contraste con la brillantez de los encuentros anteriores, la final resultó un partido decepcionante, más físico que técnico, en el que no se marcó ningún gol. Esto hizo que por primera vez en la historia de los Mundiales el campeón tuviera que decidirse en la tanda de penaltis, en la que Roberto Baggio, el héroe de su selección, falló el lanzamiento decisivo.

FRANCIA 1998: EL ÚLTIMO MUNDIAL DEL MILENIO

La fase de clasificación del Mundial 98 aportó dos nuevos records al campeonato: de participación (un total de 172 selecciones) y de mayor diferencia de goles en un partido (17-0 de Irán a Maldivas, con siete goles logrados por el delantero iraní Karim Bagheri). Por primera vez, treinta y dos países participaron en la fase final de un Campeonato del Mundo. Se preveía que éste iba a ser un Mundial mediocre, por el juego defensivo y excesivamente táctico de las selecciones, y al final los pronósticos se hicieron realidad. Casi todos los expertos coincidieron en señalar que la selección que hizo mejor fútbol fue Holanda, aunque, como en anteriores ocasiones (RFA 74 y Argentina 78), la suerte no estuvo del lado de los “tulipanes”.

La primera fase transcurrió según lo previsto, con la sorprendente excepción de España, la única cabeza de serie que fue eliminada. En octavos de final, el gran choque fue el Argentina-Inglaterra, uno de los mejores partidos de todo el campeonato, que se decidió en los penaltis a favor de la albiceleste. Croacia fue la gran revelación, ya que consiguió llegar hasta las semifinales en su primer Mundial. Su delantero Davor Šuker fue el máximo goleador del torneo con seis goles, a pesar de su mediocre temporada en el Real Madrid. El partido de octavos de final Francia-Paraguay tuvo que decidirse mediante el novedoso sistema del “gol de oro”, que otorga la victoria a quien consigue marcar primero en la prórroga de un partido, sin necesidad de jugarse los minutos restantes.

El “tetracampeón” Brasil, a pesar de un juego escasamente vistoso y poco convincente, consiguió llegar a la final con alguna que otra ayuda de la diosa Fortuna. En ella se midió a los anfitriones, que habían conseguido reunir una de las mejores selecciones de su historia. El partido estuvo rodeado de cierta polémica en torno a la gran estrella brasileña, Ronaldo, quien la noche antes del partido sufrió un “jamacuco” o desmayo (¿la presión? ¿un ataque epiléptico? ¿miedo a la final?) que condicionó a sus compañeros. Los jugadores de Brasil, apáticos y desangelados durante toda la primera parte, no pudieron en ningún momento desarrollar su característico “fútbol samba”, por lo que casi desde el primer momento se podía intuir su derrota. La gran estrella de la final fue el centrocampista francés de origen argelino Zinédine Zidane, autor de los dos goles que encarrilaron el triunfo de su selección.

COREA DEL SUR/JAPÓN 2002: EL MUNDIAL LLEGA A ASIA

Por primera vez en la historia de los Mundiales, el torneo llegaba a un continente distinto de Europa o América, gracias a la organización conjunta de Corea del Sur y Japón (pese a que ambos países intentaron hasta el último momento conseguir la celebración en exclusividad del torneo).

La interminable fase de clasificación (198 equipos) aportó nuevos records a la competición: el togolés Souleymane Mamam se convirtió en el jugador más joven en disputar un partido del Campeonato del Mundo (13 años y 310 días), mientras que Australia obtuvo la mayor goleada (tanto por número de goles como por diferencia en el marcador), al derrotar a la Samoa Americana por el increíble resultado de 31-0. En este mismo partido, el australiano Archie Thompson logró un nuevo récord de goles anotados por un jugador en un partido: 13 tantos. Dentro del grupo africano, el egipcio Abdel Hamid necesitó únicamente 177 segundos para anotar el triplete (hat-trick) más rápido de la historia, en el partido que enfrentó a su selección con Namibia.

La gran sorpresa negativa de la fase final fue sin duda la eliminación del vigente campeón, Francia, que notó en exceso la ausencia por lesión de su gran estrella Zinédine Zidane en las dos primeras jornadas y se despidió del torneo sin ni siquiera marcar un solo gol. Portugal y Argentina completaron el cuadro de ilustres selecciones que cayeron a las primeras de cambio. Por el contrario, la sorpresa positiva del torneo la representó la desconocida selección de Corea del Sur, que al amparo de sus entusiastas aficionados acabó en cuarto lugar tras eliminar a selecciones de la talla de Portugal, Italia y España. En tercer lugar acabó otra de las revelaciones del campeonato, Turquía.

A la final llegaron Brasil y Alemania, que pese a su casi permanente presencia en las fases finales jamás se habían enfrentado en un Mundial. El partido estuvo igualado hasta que un error de Kahn (que hasta entonces había realizado un campeonato impresionante) permitió a Ronaldo abrir el marcador. En el partido por el tercer y cuarto puesto se produjo el gol más rápido en la historia de las fases finales de un Mundial: Hakan Şükür abrió el marcador para Turquía a los once segundos de iniciado el encuentro. El pichichi del torneo fue Ronaldo, con ocho goles.

ALEMANIA 2006: EL TRIUNFO DE ITALIA SIN CATENACCIO

Italia volvió a reverdecer viejos laureles al conquistar el cuarto título mundial de su historia, gracias a una defensa tremendamente segura (sólo recibió dos goles, uno en propia puerta y otro de penalti) que, sin embargo, no estuvo exenta de un juego con vocación ofensiva. Y es que en esta ocasión la selección transalpina dejó a un lado el catenaccio a ultraza que siempre la ha caracterizado para practicar un fútbol "total" de defensa y ataque eficientes.

Pese a que Francia no entraba en la mayoría de apuestas para estar en la final, Zinédine Zidane rememoró tiempos pasados para ayudar a Les Bleus a derrotar a España y Brasil en su camino hacia la final. Sin embargo, el final soñado por el centrocampista francés en su retirada del fútbol no pudo convertirse en realidad por culpa de un cabezazo sobre Materazzi que le valió la expulsión.

En el plano individual, el Mundial de Alemania tuvo sorpresas positivas y negativas. Entre las primeras, jugadores como Miroslav Klose (máximo goleador del torneo), Fabio Cannavaro o Ronaldo (que se convirtió en el máximo goleador en la historia de los Mundiales); entre las segundas, Ronaldinho (que no brilló en el torneo como se esperaba del Balón de Oro, al igual que el resto de la selección brasileña) y Zinédine Zidane (que no pudo retirarse con la gloria del triunfo y fue expulsado en la final).

Un récord curioso que dejó este Mundial fue el del central brasileño Lúcio, que estuvo 386 minutos sin cometer una sola falta.

SUDÁFRICA 2010: ESPAÑA CONQUISTA EL MUNDO

África, la eterna promesa del fútbol mundial, fue finalmente elegida para organizar la fase final de un Campeonato del Mundo, y de esta forma la FIFA continuó con su rotación de continentes tras el monopolio inicial de Europa y América. Tres naciones africanas presentaron su candidatura para organizar el Mundial de 2010, y Sudáfrica fue finalmente elegida como país anfitrión por delante de Marruecos y Egipto.

Los 205 países que se inscribieron en la fase de clasificación constituyeron un nuevo récord de participación en cualquier acontecimiento deportivo de carácter mundial, lo que habla bien a las claras de la enorme expansión y popularidad del fútbol. Al igual que en la edición anterior, el vigente campeón (Italia) no estuvo exento de esta fase de clasificación y tuvo que ganarse su plaza en el grupo europeo. Sudáfrica, como país anfitrión, sí se clasificó de oficio para la fase final del Mundial, pero tuvo que intervenir en las eliminatorias africanas porque servían igualmente como torneo de clasificación para la Copa de las Naciones de África en 2010. Durante una de las eliminatorias europeas de clasificación, en el partido Francia-Irlanda, se desató una enorme polémica cuando Thierry Henry controló un balón claramente con la mano en la jugada del gol que clasificaba a Francia para el Mundial. Pese a las protestas irlandesas y su petición de repetir el encuentro o incluso ampliar la fase final a 33 equipos, fue finalmente el cuadro francés el que viajó a Sudáfrica.

Durante la fase de grupos, las principales sorpresas fueron las eliminaciones de Francia (en medio de un enfrentamiento abierto enfre los jugadores y el entrenador Raymond Domenech que acabó como el rosario de la aurora, con boicot incluido a los entrenamientos, la expulsión de Anelka por insultar gravemente a Domenech y un escándalo sin precedentes en el fútbol francés que sacudió la vida política y social del país galo) e Italia (una sombra del equipo que se proclamó campeón del mundo en 2006, y que en esta ocasión fue eliminado a las primeras de cambio sin ganar un solo partido). Pese a que no pueda hablarse en absoluto de sorpresa, la eliminación de Sudáfrica en la fase previa también fue llamativa porque representó la primera vez en la historia de los Mundiales que un país anfitrión no consigue superar la ronda inicial. Pese a que se esperaba mucho del fútbol africano en esta edición del campeonato, tan sólo Ghana pudo abanderar las esperanzas de todo un continente más allá de la fase de grupos, y su aventura acabó en los cuartos de final. Brasil y Argentina, dos de los grandes favoritos al inicio de la competición, también fueron eliminados antes de lo previsto (pese a los esfuerzos de ese genio del fútbol llamado Lionel Messi, al que Arsène Wenger calificó acertadamente como “jugador de PlayStation”), y a las semifinales llegaron dos de los equipos que entraban en las apuestas iniciales (Alemania y España) y otros dos con los que pocos contaban (Holanda y Uruguay). Finalmente fue España el equipo que se alzó con la Copa del Mundo tras una final con más dramatismo que buen juego, salpicada por las brusquedades y las protestas constantes (el árbitro Howard Webb tuvo la desagradable función de enseñar 14 tarjetas amarillas y una roja, lo que constituye un nuevo récord en la final de un Mundial). El héroe de la noche fue Andrés Iniesta —la humildad en persona en un mundo del fútbol plagado de superestrellas y egos como castillos—, que con su gol en los últimos minutos de la prórroga hizo que España entera se lanzara a la calle para festejar el primer título mundial de su historia.

Pese a que la final del Mundial no respondió a las expectativas suscitadas por la presencia de dos selecciones, España y Holanda, que se habían caracterizado por practicar un fútbol vistoso y ofensivo durante el campeonato, La Roja fue ciertamente un justo vencedor del torneo. Tras la enorme frustración que supuso perder el partido inicial frente a Suiza, los hombres de Del Bosque se mantuvieron fieles hasta el final a su fútbol de toque y control de balón (el famoso “tiqui-taca” patentado por los Xavi, Iniesta y compañía) y, gracias a la nueva mentalidad ganadora lograda tras conquistar la Eurocopa de 2008, España dejó atrás sus miedos atávicos y su etiqueta de eterno candidato sin premio para convertirse en campeón mundial. Para Holanda, por el contrario, la derrota supusó una nueva frustración en una final del Campeonato del Mundo, tras los dos reveses anteriores de 1974 y 1978.

Al igual que en la edición de 2002, el torneo estuvo salpicado por una serie de errores arbitrales (especialmente grave fue el del uruguayo Jorge Larrionda en el partido Alemania-Inglaterra, ya que no dio como válido un disparo de Lampard que botó claramente por detrás de la línea de gol), y fueron muchas las voces que se alzaron para pedir a la FIFA la inmediata introducción de nuevas tecnologías en el Campeonato del Mundo, como la repetición de jugadas en televisión o la presencia de un cuarto árbitro detrás de las porterías.

Aparte del fútbol, el Mundial de Sudáfrica será recordado por una serie de circunstancias que dieron al torneo un colorido particular:

Las vuvuzelas. El ruido incesante y ensordecedor de este instrumento sirvió como fondo “musical” de todos los partidos y dejó a los periodistas y aficionados en los estadios con los oídos retumbando. Pese a que los técnicos de televisión idearon medios para reducir el terrible sonido producido por el coro de vuvuzelas y la FIFA intentó prohibirlas en los estadios, lo cierto es que finalmente los aficionados sudafricanos consiguieron internacionalizar este ruidoso instrumento.

Larissa Riquelme. La modelo y actriz paraguaya saltó a la fama por su “emocionado” apoyo a la selección de su país, y llegó a convertirse en la llamada “novia del Mundial” (especialmente tras su promesa de correr desnuda por las calles de Asunción si Paraguay ganaba la Copa del Mundo).

El pulpo Paul. El cefalópodo pitoniso del acuario de Oberhausen ganó fama internacional tras predecir correctamente el resultado de todos los partidos de Alemania y el de la final (lo que convirtió a Paul en un ídolo de masas y un icono cultural en España). Pese a que otro animal adivinador en Singapur, Mani el periquito, intentó eclipsar a Paul en este Mundial al adivinar el resultado de los cuatro partidos de cuartos de final y el de la semifinal España-Alemania, en la final falló estrepitosamente en su pronóstico.

El Jabulani. El nuevo balón fabricado por Adidas para el torneo sudafricano fue una pesadilla para los porteros, con sus constantes cambios de dirección en el aire y su extraño bote.

Waka Waka. La canción oficial del Mundial, interpretada por la superestrella colombiana Shakira, se convirtió en un éxito inmediato por su ritmo y musicalidad (especialmente en España, en donde el “Waka Waka” pasó a convertirse en el recuerdo musical de la conquista del Mundial).

Iker Casillas y Sara Carbonero. El apasionado beso en directo del capitán de La Roja a su novia reportera en la entrevista post-partido tras la final simbolizó perfectamente la pasión desbordante tras ser el primer español en alzar la Copa del Mundo.

BRASIL 2014: EL TRIUNFO DE UNA GENERACIÓN

El Mundial de fútbol organizado por Brasil supuso la consagración de una generación de futbolistas alemanes que había dado muestras de su extraordinaria clase a lo largo de los últimos años y que finalmente encontró el justo premio a su juego. La selección entrenada por Joachim Löw fue la más regular a lo largo del torneo, y alcanzó su momento culminante en la semifinal frente al conjunto anfitrión, Brasil, al que derrotó por un espectacular 7-1 tras una enorme demostración de clase y efectividad ofensiva.

Cuatro hechos principales marcaron el desarrollo del Mundial celebrado en Brasil: la temprana eliminación de España, vigente campeona, en la fase de grupos (la tercera vez que ocurre en la historia de este torneo, tras Francia en 2002 e Italia en 2010), el triunfo de Alemania (primera ocasión en la que un equipo europeo se proclama campeón del mundo en el continente americano), el mordisco de Luis Suárez en el hombro de Giorgio Chiellini (por el que el delantero uruguayo fue severamente sancionado por la FIFA debido a su carácter reincidente) y, muy especialmente, la humillante derrota de Brasil frente a Alemania en semifinales por 7 goles a 1 (el episodio más triste en la historia de la Canarinha tras el infausto “Maracanazo”).

Desde el punto de vista técnico, Brazil 2014 introdujo como principales novedades el empleo por parte de los árbitros de un aerosol con espuma evanescente para señalar el lugar desde donde se ha de lanzar una falta y la situación de la barrera, la llamada “tecnología de gol” para comprobar digitalmente si el balón atraviesa la línea de meta (y evitar de esta manera los goles fantasma que tanta polémica ocasionaron en recientes ediciones del torneo) y dos tiempos muertos en cada partido (que el árbitro puede indicar transcurridos treinta minutos de cada periodo para que los jugadores se hidraten si la temperatura supera los 32 grados centígrados).

En el aspecto positivo, destacó la excelente actuación de selecciones como Colombia, Costa Rica y México, Equipos como Argentina, Holanda, Brasil y Bélgica ofrecieron mejores resultados que juego, mientras que selecciones de la talla de España, Italia, Inglaterra y Portugal decepcionaron por completo.

RUSIA 2018: JUVENTUD, TALENTO Y FUERZA

El Mundial de Rusia supuso la confirmación internacional de Francia, un equipo joven plagado de talento con un esplendoroso futuro, todo ello simbolizado en Kylian Mbappé, que con apenas 19 años ha deslumbrado al mundo con una exhibición de calidad, potencia y determinación que no se veía en un jugador de su edad desde los tiempos de Pelé. Junto a la estrella adolescente del PSG, el delantero del Atlético de Madrid Antoine Griezmann ha completado una temporada espectacular. Sin embargo, el éxito del equipo francés hay que buscarlo en la calidad y el equilibrio de todas sus líneas. Si bien todos los jugadores bleu han rendido en general muy por encima de su nivel habitual a lo largo de la temporada de clubes, mención especial merecen el lateral derecho Benjamin Pavard (sólido en defensa y excelente en sus contribuciones ofensivas), el central Samuel Umtiti (un bastión en el centro de la defensa, pese a sus escasos minutos de juego en el FC Barcelona) y el pequeño centrocampista defensivo N’Golo Kanté (que únicamente en la final, y debido a una gastroenteritis, rindió por debajo de su nivel habitual en el torneo).

 

Rusia 2018 fue uno de los mundiales más impredecibles de la historia: de los tres grandes favoritos a priori para conquistar el título, uno de ellos cayó en la fase de grupos (Alemania) y los otros dos lo hicieron en las rondas eliminatorias (España y Brasil), mientras que la sorprendente Croacia, liderada por Luka Modrić, se plantó en la final tras demostrar su enorme clase en la fase de grupos y su capacidad de supervivencia en las rondas eliminatorias, en las que, sin jugar tan bien, sobrevivió a tres prórrogas y dos tandas de penaltis. Por continentes, el Mundial de Rusia fue trágico para África (que por primera vez desde 1986 no contó con representantes en las rondas finales) y decepcionante para Sudamérica (ninguno de cuyos equipos alcanzó las semifinales del torneo, algo que no ocurría desde 1982). En el otro extremo de la balanza se situó Europa, que demostró la gran competitividad de sus selecciones nacionales al copar seis de las ocho primeras posiciones en la clasificación final. Mención especial merece Rusia, el equipo con peor ránking mundial de todos los participantes, que alcanzó los cuartos de final tras eliminar a España. En el plano individual, Rusia 2018 fue de nuevo un Mundial decepcionante para Leo Messi, incapaz de trasladar su brillante juego en el FC Barcelona a la selección argentina. Neymar tampoco fue el jugador desequilibrante que necesitaba Brasil en los momentos difíciles, a lo que debe añadirse la reputación de teatrero y piscinero que se ganó con sus múltiples caídas y simulaciones que en esta ocasión no pudieron engañar al VAR.

 

El partido de octavos de final Francia-Argentina (4-3), además de ser uno de los más espectaculares de todo el torneo ―junto con el España-Portugal (3-3) y el Bélgica-Japón (3-2)―, simbolizó el traspaso de poderes desde la antigua generación (Messi) a la nueva (Mbappé).

 

Desde el punto de vista técnico, Rusia 2018 supuso la introducción del VAR, el árbitro asistente que supervisa mediante el vídeo las decisiones en el campo del árbitro principal y le informa de jugadas dudosas en situaciones de gol, penalti o amonestaciones. además de incrementar considerablemente el número de penas máximas (hasta 22 se señalaron en el torneo ruso), el empleo de la nueva tecnología del videoarbitraje no estuvo exenta de polémica debido a su desigual empleo y a las constantes interrupciones del ritmo de los partidos.

 

En el anecdotario del torneo ruso destacan la destitución del seleccionador español Julen Lopetegui dos días antes de comenzar el torneo por sus negociaciones secretas con el Real Madrid, el excelente ambiente en las gradas de todos los estadios rusos (que contrastó con el irregular estado de los terrenos de juego), un nuevo caso de “combate nulo” o partido sin tensión entre Francia y Dinamarca (el único empate sin goles de todo el torneo, en el que ninguno de los dos equipos parecía querer enfrentarse a Argentina en octavos de final), los numerosos goles en propia meta y los múltiples fallos de los porteros (achacables por partes iguales a sus propios errores de cálculo y a los impredecibles cambios de dirección del nuevo balón Adidas Telstar 18).

QATAR 2022: MESSI ENTRA EN EL OLIMPO

Leo Messi, el hombre de los Balones de Oro que lo había conquistado todo a lo largo de su carrera deportiva, cumplió por fin su anhelado sueño de convertirse en campeón del mundo con Argentina. En una final épica y memorable, digna del mejor guión de Hollywood para películas de suspense, la Albiceleste derrotó en la tanda de penaltis a Francia tras una de las mejores finales que se recuerdan en la historia del Campeonato del Mundo. Tras perder contra Arabia Saudí en su partido inaugural practicando un fútbol rácano en ataque, las críticas hacia el juego de Argentina fueron feroces. Sin embargo, la “Scaloneta” fue mejorando sus prestaciones a lo largo del torneo, de la mano de un excepcional Messi, hasta plantarse en la final. Argentina fue netamente superior a Francia durante 75 minutos, en los que obtuvo dos goles de ventaja sobre los actuales campeones del mundo, a los que redujo a una versión ínfima pocas veces vista en los últimos años. Sin embargo, cuando todo parecía perdido para Les Bleus, sin capacidad de reacción, surgió la figura de Kylian Mbappé para empatar el partido en un abrir y cerrar de ojos. Un nuevo gol de Messi en la segunda mitad de la prórroga parecía teñir el título mundial de albiceleste, pero nuevamente Mbappé frustró a su compañero de equipo en el PSG con un postrero tanto que enviaba la final a los penaltis. Antes de la lotería de los nueve metros aún hubo tiempo para dos nuevas acciones dramáticas en el último minuto: primero el “Dibu” Martínez se hizo gigante en la portería argentina para tapar un tremendo mano a mano de Kolo Muani; en el posterior contragolpe, Lautaro Martínez cabeceó fuera al borde del área chica lo que parecía el cuarto gol de Argentina. En la tanda de penaltis, el “Dibu” salvó el lanzamiento de Coman y consiguió descentrar a Tchouaméni para que el centrocampista francés enviara su disparo fuera, antes de que Montiel se convirtiera en el héroe argentino al anotar el penalti del triunfo albiceleste.

 

El Mundial de Qatar fue el primero que se disputó en un país árabe y con escasa tradición futbolística. Las elevadas temperaturas del veraní qatarí obligaron a la FIFA a desplazar su tradicional disputa estival al invierno, con el consiguiente trastoque de las competiciones domésticas e internacionales. En el plano extradeportivo, el Campeonato del Mundo de Qatar recibió numerosas críticas de la comunidad internacional, especialmente por la ausencia de derechos humanos y medidas de seguridad de los trabajadores emigrantes —se calcula que cerca de 6.000 obreros murieron durante las obras de construcción de los estadios— y las restricciones de las expresiones de solidaridad con la comunidad LGTBI —la bandera arcoiris del colectivo gay fue prohibida en los estadios, con la connivencia de la FIFA, que amenazó con sanciones deportivas a los jugadores que llevaran un brazalete arcoiris con el lema “One Love”. Bajo la excusa de no permitir “expresiones políticas” en el torneo (¿acaso es política la orientación sexual de las personas?), el máximo organismo futbolístico prohibió la libre e inocua demostración de solidaridad hacia una comunidad amenazada por la homofobia, pero en cambio sí permitió en los estadios qataríes banderas de apoyo a los Territorios Palestinos (con claras connotaciones políticas, e incluso bélicas) y los tradiciones mensajes de “no al racismo”.

 

Una vez más, Qatar 2022 dejó varias sorpresas, tanto negativas —Alemania, una vez más, fue eliminada en la fase de grupos, lo mismo que Bélgica, eterna promesa del fútbol europeo con la mejor generación de jugadores de su historia, y el ultrafavorito Brasil, que cayó en cuartos de final ante la sorprendente Croacia— como positivas —Marruecos, que eliminó sucesivamente a España y Portugal, estuvo a punto de dar la sorpresa contra Francia en semifinales, pero notó excesivamente el agotamiento y las sanciones de jugadores clave. El equipo magrebí fue la primera nación africana en llegar a unas semifinales del Campeonato del Mundo, aunque del resto únicamente Senegal superó la fase de grupos.

 

Pese a que Qatar 2022 será recordado como el Mundial de Messi —además de conquistar el único título que le faltaba en su amplio historial futbolístico, el astro argentino se convirtió en el el jugador con más partidos disputados (26) y más minutos jugados (2.314) en la fase final del Campeonato del Mundo y el único en haber marcado goles en cada una de sus cinco ediciones disputadas—, otros jugadores destacaron también en el plano individual, como Kylian Mbappé (digno heredero de Messi y autor del segundo hat-trick en una final mundialista, tras el logrado por Geoff Hurst en 1966), el incombustible Luka Modrić y el siempre efectivo Harry Kane. Junto con su inusual fecha invernal, el Mundial qatarí pasará a la historia por alcanzar el récord de goles (172), una cantidad que puede explicarse por la combinación de dos novedades arbitrales: el empleo del VAR a la hora de decidir penaltis —muchas jugadas de área, aparentemente inocuas, fueron consideradas como penas máximas tras la revisión del videoarbitraje— y la gran cantidad de minutos que se añadieron a los partidos para compensar las pérdidas de tiempo y las celebraciones de los goles —la mayoría de los partidos superaron los 100 minutos de juego real, y durante este periodo adicional se marcaron varios goles decisivos. Una vez más, el arbitraje estuvo en el ojo del huracán, con decisiones polémicas y simples contactos en el área que fueron señalados como penalti.

 

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